Personajes Alfonso Diez |
Llegó el momento de la verdad.
A lo largo de nuestras vidas hemos tenido aciertos y también
cometido errores. A veces volteamos la mirada hacia nuestro pasado y nos
encontramos con algunas cosas que nos gustaría haber hecho de otra manera, o
con acciones de las que nos arrepentimos. No podemos vivir lamentándonos de lo
que hicimos mal, pero tampoco olvidar esas fallas, para no volver a caer en
ellas.
He escuchado a algunas personas que afirman que no se arrepienten
absolutamente de nada y que si volvieran a nacer harían las cosas de la misma
manera. Son los que nunca cambian, porque no saben reconocer sus errores, ni
siquiera cuentan con las herramientas necesarias para hacerlo. Son los “Genio y
figura hasta la sepultura” y así morirán.
El camino debe ser otro: hay que cambiar para superarnos, eliminar
nuestros errores y tener muy claras nuestras metas y la manera de lograrlas.
Éste es el momento de la evaluación personal, para ver qué podemos
hacer con nuestro futuro, cómo podemos ser mejores, tanto para bien nuestro
como para el de los que nos rodean.
Acompáñenme en este recorrido:
1.- El primer punto es reflexionar acerca de nuestros primeros años
de vida: ¿Qué metas teníamos antes de los 12? ¿Cumplimos con ellas? Un ejemplo:
queríamos terminar la primaria, ¿lo logramos? Queríamos mejorar nuestra
comprensión de las materias que estudiábamos, ¿Lo pudimos hacer? Queríamos ser
mejores hijos, hermanos, amigos… ¿Lo hicimos? ¿Qué otras metas teníamos?
Antes de seguir adelante, hagamos una autoevaluación con respuestas
sinceras. El recorrido por esos primeros 12 años lo vamos a hacer acompañados
exclusivamente por estas líneas y nadie va a juzgar nuestras respuestas, salvo
nosotros mismos, así que no tiene caso engañarnos. Al terminar cada uno de los
puntos que siguen, hay que hacer otra autoevaluación antes de pasar al
siguiente.
2.- ¿Qué metas teníamos para cuando cumpliéramos 25? Tal vez
titularnos, viajar, leer ciertos libros, obtener determinado trabajo, lograr la
compañía sentimental de esa persona que podría ser nuestra compañera (o
compañero) para el resto de nuestras vidas. ¿Qué más? ¿Cumplimos todas nuestras
metas?
3.- ¿Y para los 40? No importa si en unos años los cumpliremos.
¿Hemos llevado al cabo lo que nos propusimos? Tal vez casarnos, tener hijos,
formar un hogar, construir una empresa o afianzar nuestro trabajo. Cursar la
maestría. Dejar atrás los vicios que perjudican nuestro organismo, controlar
nuestro mal humor y nuestra intolerancia. Darle más tiempo a nuestros hijos e
invertir mayor calidad en los momentos que pasamos con ellos y con nuestra
pareja. Esto y mucho más seguramente nos lo hemos propuesto. De nuevo, ¿Qué más
nos propusimos? ¿Lo cumplimos?
4.- Si nuestra edad pasó esta etapa, es el momento de analizar las
metas hasta los 60. ¿Las cumplimos? El dicho señala que la vida empieza a los
40, la madurez, así que ya tiene 20 años ó más que “empezamos a vivir” y a
partir de la sexta década nos damos cuenta cómo la tarde de nuestra vida se va
quedando atrás. ¿Cumplimos con esa sentencia que dice “Planta un árbol, ten un
hijo y escribe un libro”? ¿Se casaron nuestras hijas y/o hijos? ¿Tienen un buen
compañero o compañera? ¿La guía y el ejemplo que pudimos darles, surtió efecto?
¿A su vez, llevan de la mano a nuestros nietos como nos hubiera gustado? En
otras palabras, ¿cumplimos esa que es la meta más importante de nuestras vidas?
¿Podemos, tranquilamente, dejar nuestro lugar a los que siguen?
5.- Ahora, no importa si tenemos 35, 50, 70, 80 ó más años de edad,
viene la pregunta casi del final: ¿A qué edad te quieres morir?, o dicho de
otra manera: ¿A qué edad crees que ya puedes morirte? ¿A qué edad estarás lista
o listo? ¿Cuántos años más crees que puedes y quieres vivir, pensando que
todavía tienes cosas qué hacer, que tendrás la fortaleza necesaria para lograr
las metas que ahora te fijes? Y aunque no tengas esa fuerza, pero resulta que
quieres ser testigo del porvenir, quieres simplemente ver envejecer a tus hijos
y a tus nietos; ver cómo terminan sus estudios, qué les depara el futuro, ¿Se
van a casar? ¿Con quién? Entonces, ¿A qué edad dirías que te vas a morir?
Piénsalo, no sigas hasta que determines la edad en que vas a morir.
6.- Y finalmente, el momento ha llegado, llegaste a la línea final.
Te vas a morir y toda tu vida está pasando por tu mente: la infancia, la
juventud, la madurez, la vejez; la última mirada a los rostros y a las figuras
de tus padres, de tus abuelos, de tus hermanos, de tus hijos, de tus nietos; de
tus seres queridos, de tus amigos, de la primera novia o novio; de la última o
último, que se convirtió en tu esposa, o esposo; de los momentos agradables, de
algunos contratiempos, de cuando plantaste ese árbol, de lo que alcanzaste a
poner por escrito. Te vas a morir ya y no puedes retroceder. ¿Estás lista o
listo? ¿Llegas al final con todas las metas cumplidas o te faltó algo por
hacer? ¿Te hizo falta pedirle perdón a alguien? ¿Le expresaste tu amor a los
que debías? ¿Diste lo mejor de ti a los demás, pensando más en ellos que en tu
persona? ¿Pudiste haber hecho más?
¿Quieres otra oportunidad?
De acuerdo, sólo por esta vez la vas a tener y no se repetirá,
regresa a vivir tu vida y hazlo a plenitud, da sin esperar retribución, trata
de hacer más placentera la vida a los que te rodean. La etiqueta de “Genio y
figura hasta la sepultura” no es para ti, porque has decidido cambiar, enmendar
los errores, los defectos de tu personalidad y vas a superarte.
¡Felicidades! Y recuerda, esta oportunidad no se repetirá. |